Entre balboseos y números, salen a resaltar las mas insignificantes, las que al final no tienen que ver conmigo. Entre los papeles arrugados y las notas nunca jamás revisadas, cruzamos miradas en el momento más inoportuno y tu mirada arrogante me desanima, y yo desde abajo. Entre la comida y los recreos, ronronea mi motor y salimos para ya no volver, porque no pertenezco a este destino, como dice la canción. En un breve receso de adrenalina, se posan dos moscas a copular junto en frente de mi, en la línea que entrecruzan mis ojos, como lo gozan, y yo con mi coca-cola en la mano, la musica jazzfunk de fondo y la boca sucia; pero como suele pasar, se desvanece como el más duradero de los amores prometidos, pobre mosca ilusa con planes de casamiento y vestido de novia previamente escogido en un catálogo de descuentos para moscas, y el mosco confundido, con anillo en mano, de rodillas, por otro lado, en otra constelación.
El estómago me da alerta de partida, y dejo descansar mi pie en el acelerador para que, como de película, despeina mi pelo al pretender que voy a mas de 20 mph, y voy a conseguir futuro, o por lo menos un pretexto para decir que lo intenté. Mucho papeleo. Mucha bobería. Y al final, una amiga se sienta en su silla imaginaria, se arrecuesta hacia atras, se acomoda, se relaja y me cuenta todo su poco interesante vida -en realidad no me importaba-, y yo asintiendo sin sentido pensando en que bonito el escote y cuando se va a callar. El reloj se marea de tantas vueltas y al final me echa de mi agradable conversación y me manda detras del volante frente con frente con los tres instrumentos que me divierten, me entretienen y me despejan la mente. De manera continua, culmino mi día encima del teclado, devorando palabras que hace poco se me revelaron y me gritaron que como poeta no sirvo, y poco a poco construyo esta extraña onda que anhela llegar a su cima, pero el momento no es justamente el indicado todavía.
2 Comments:
me gusta esa parte donde las moscas copulan y todo parece indicar que se casarán... es tan inspirador :)
Tu carruaje es mas bien verdoso. Está bien, el daltonismo es una condicion predominante en el hombre. Así, a lo macho, yo me hubiera placido en aplastar a las mosquitas, para reencarnar luego (yo) en mosco o en lagarto comemoscas, o en fruta podrida, albergue de moscas o algún otro escenario post-apocaliptico (tampoco tiene que ver con lo episcopal). En fin, te falto por ahí una cabeza de burro (muerto y enmosquecido) en el panorama, una señal más de que el amor y el cruce de los géneros son conductas cegatonas, animales y dignas de ser aplastada con tu latica de coca. No?
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