Apr 13, 2005

Sin Título

Disculpas, de ellas debo muchas. Más que todo a las lágrimas derramadas por circunstancias equivocadas, fuera de foco. Disculpas también al núcleo de mi vida que se ha visto distorcionado en estos últimos tiempos, tiempos de agonía y angustia, tiempos oscuros y poco coolaboradores, tiempos rebeldes, incansables. Disculpas, sobre todo, a la sangre de mi sangre, que se pone de pie junto a mí a pedir disculpas, que no es culpable. A éste que conmigo cruzó las manos y por mi habló, con éste que por mi paga, y en mi no ha dejado descansar una sola palabra. Perdón.

2 Comments:

Laudanum said...

me gustaría poder decir algo, pero me siento limitada almáticamente para hacerlo... es un post precioso, lo sabes.

Alejandro Valdivia said...

shhh: "la cobardía es asunto de los hombres, no de los amantes". Además, no hay nada tan malo como para pedir disculpas realmente: nadie es inocente, recuerda eso siempre, sobre todo.
Según Borges, un hombre es todos los hombres, la pena, la culpa de uno, es la pena y la culpa de todos, todos hemos sido cortados con la misma tijera y por eso no se puede disculpar di pedir disculpas, no hay motivos. Piensa en los detallitos diarios de todos los hombres del mundo: crímenes blancos, socialmente aceptables que van desde bajar canciones en internet hasta matar un animal en el camino y conducir apresurado. Qué está mal es un asunto muy subjetivo, está consciente de eso siempre y de qué significa esa subjetividad para ti. Teniendolo claro, no hay razones para pedir disculpas.