Son estos dos mundos, tan reales como tu y yo, sin duda alguna, uno arriba y otro abajo. Eso dice la historia, que esta peleada con la ciencia y que sigue de testaruda encaprichada en su historia. Y estoy yo, en ninguno de los dos, no es de mí. Fuera de esas masacres, fuera de esas diferencias, y atado, de una u otra manera, a la puerta mas obvia y peligrosa de todas, el placer y la lujuria no me dejan salir a correr. No tengo salida. Que quede claro, no es que luche entre dos lacayos que en mí conviven, o por mirar a atrás y encontrarme con la damicela soledad, no, es simplemente porque las cosas son como son, y yo, como granito de arena, no puedo cambiar la marea.
Jun 9, 2005
Desde mis adentros
Fuego, cantaron los indígenas uniformados desde sus ademanes exóticos y desde el reflejo en las pupílas de sus victimas, o contaría la leyenda: las víctimas del Dios Volcán. Estas turistas indefensas, inmóviles fueron escogidas entre los ojos más sabios, más experimentados de la selva, del pueblo indígena. Éste pensó que tal carne tan suave y pálida sería el manjar favorito de un Dios enojado, agresivo y violento. ¿Por qué no? Si para los ojos más elitistas, estas personas, de medidas ejemplares, curvas dignas de admiración y carisma singular; fueron cazadoras y el deseo fue su víctima. Es este deseo el que esta siendo quemado en estos momentos por los enfurecidos habitantes de esta distante y desolada isla. El humo cautiva la atención de los Dioses, y entre ellos concordaron, por desición unánime (ya que la opinión de el Dios Tierra nunca fue tomada en cuenta) que el llamado sugería la atención del Dios Volcán, ¿a quien más? Era característico de la isla, por torpe, reclamar ayuda de un Dios un tanto sedentario y narcisista; y de la misma manera era algo entretenido, sentarse, desde allá arriba, con las palomitas celestiales, a ver el nuevo show que estos se disponian a presentar, qué clase de asesinato cometían esperando recibir milagros a cambio. Todos se sentaron en círculo dado a que la isla era chiquita, se podia tapar con el pulgar del Dios Agua. Desde abajo, se oían los gritos de desesperación de nuestras víctimas, sin poder contener su belleza (la cual había escapado, huyendo del fuego hacía ya un buen rato) y sus lágrimas seducieron todos sus cuerpos, de arriba a abajo. En un baile que simulaba la danza de estos personajes que yacían borrosos, cegados por el exceso de fe, la cual no he logrado definir aún.
Son estos dos mundos, tan reales como tu y yo, sin duda alguna, uno arriba y otro abajo. Eso dice la historia, que esta peleada con la ciencia y que sigue de testaruda encaprichada en su historia. Y estoy yo, en ninguno de los dos, no es de mí. Fuera de esas masacres, fuera de esas diferencias, y atado, de una u otra manera, a la puerta mas obvia y peligrosa de todas, el placer y la lujuria no me dejan salir a correr. No tengo salida. Que quede claro, no es que luche entre dos lacayos que en mí conviven, o por mirar a atrás y encontrarme con la damicela soledad, no, es simplemente porque las cosas son como son, y yo, como granito de arena, no puedo cambiar la marea.
Son estos dos mundos, tan reales como tu y yo, sin duda alguna, uno arriba y otro abajo. Eso dice la historia, que esta peleada con la ciencia y que sigue de testaruda encaprichada en su historia. Y estoy yo, en ninguno de los dos, no es de mí. Fuera de esas masacres, fuera de esas diferencias, y atado, de una u otra manera, a la puerta mas obvia y peligrosa de todas, el placer y la lujuria no me dejan salir a correr. No tengo salida. Que quede claro, no es que luche entre dos lacayos que en mí conviven, o por mirar a atrás y encontrarme con la damicela soledad, no, es simplemente porque las cosas son como son, y yo, como granito de arena, no puedo cambiar la marea.
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