en la tranquilidad de aquel oscuro hogar
los párpados se rendían en el coche
y las ruedas que no pensaban parar
Y aquella caricia entre el anonimato
de los carros que galopaban,
se tocaban dando a luz a la pasión
que como testigo a la autopista ha dejado
El deseo y sus víctimas
trajo sangre y llantos
que de negro a la ciudad vistió
Vidrios rotos que huyen de las escobas;
ensimismados en el amor, acarician
tu espalda de asfalto. Y yo desde mi alcoba
barro bajo las alfombras perdidas en mis fantasias.
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