Jun 7, 2007
Yo no escribo
Escribir es una poderosa arma. Ya sea para probarte a ti mismo tu alma bohemia o simplemente despertar tu inconciente. Escribir te llena de paz, te hace el dios y creador de todo lo real en este instante, en este escrito. Muchos escriben libros, libros de muchos temas, tamaños y colores. Libros que decidimos obviar o libros que mantenemos abiertos en la sala con un pedestal. Otros escriben poesia, para embellecer la vida. Para escaparse de lo mundano que es el día a día y enviajarse en un arcorisis de palabras que no hace otra cosa que enaltecerse a si mismo. Poesia que rima y que no. Que gusta y que no. Otros, deciden esscribir música. Canciones que te mueven por dentro y te despiertan sentimientos. Aquella canción del primer beso, aquella canción que le dedicaste en esa noche veraniega a la luz de la luna. Aquella canción que te consoló el corazón roto. Otros escriben mierda. Porque ésta esta en todo lado, hasta en lo más profundo de la escritura. Yo, no escribo. yo converso con mis entrañas. Yo no hago arte ni poesia. Yo no despierto sentimientos ajenos ni traigo recuerdos a ningunas mentes. Yo simplemente soy. En este pedazo de tiempo, que no es papel, no es etéreo. No existe mas que en mi monitor. Yo me siento todos los dias y me sumerjo en la canción del blog, escucho las palabras de Beck una y otra vez, de principio a fin. yo agarro el teclado y cierro los labios. Yo me descubro en el proceso. Aqui en la esquina de la habitación sin ventanas, con la puerta cerrada, y la otra también. Ya ni enciendo la luz: me basta con el reflejo del monitor. Y dicen que esto es malo para los ojos, pero es que yo nunca he usado anteojos y de la vista se puede prescindir, no? Derramo palabras sin sentido que ni yo entiendo, esperando que algún desconocido las malinterprete y me responda ofendido para entonces poder seguirle la corriente y debatir el asunto. Y cuando me llaman porque la cena está lista, no como. Me siento en la mesa a olfatear el plato y pensar en cuanto extraño mi escritorio en esa esquina de la habitación. En que ese monitor solitario me debe de estar esperando ansiosamente. Después de hacer la pantomima de un par de bocados, le digo a mi madre que no puedo comer mas, no tengo hambre. Esta se queja y me dice que me voy a enfermar. Yo me levanto, y vuelvo a mi cueva. Me siento en mi amada silla y vuelvo a entrar en trance, bajo la música de Beck y los miles de sentimientos que provoca su escritura.
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