A veces nos envolvemos tanto en nosotros mismos que nos olvidamos de lo que somos en realidad. Intentamos caminar sin mirar atrás, vivir bajo los paradigmas dictados por esta sociedad, sin ánimo alguno de cuestionarlos, y en el caso extremo que lo hiciésemos nos quedamos de brazos cruzados ante la fria realidad. Inventándonos tonos grises, donde el blanco y el negro no puden ser más claro -o más oscuro-. Sólo al darnos cuenta de la inmensidad del hombre, nos percatamos de su insignificancia. Cada hombre es un mundo. Cada quien un universo. Cada inseguridad. Cada mentira. Cada obra de caridad. Todo esto es gigante. Y todo esto abunda. Somos billones en un planeta. Son billones de planetas. Y más. Pero aún asi nos preocupamos por no salir a la calle con mal aliento, y cortarnos el pelo todos los meses. Aún asi seguimos caminando, sin propósito alguno. Muchos aceptan esta verdad, otros se inventan sus verdades. Combaten la insignificancia con propósitos de postalita. Propósitos micro. Otros se sientan una tarde de domingo a escribir sobre las curiosidades de la vida después de observar la maravilla de la naturaleza. Después de admirar los colores en las flores, son complejidad maquillada de simple. Las flores que son felices. Las flores que no chismosean ni se preocupan por los demás. Simplemente florecen y marchitan. Y uno, perplejo, se muere de la envidia y las cautiva bajo su manto. Escribe sobre ellas, las regala, las quema, las corta y las idolatra. Uno las observa morir. Porque eso nos unifica a todos. Todos compartimos eso en común. Disfrutamos de esta renta de vida por tiempo limitado hasta volver a la tierra de donde venimos. Formar parte del abono para la grande y poderosa Gaia. La Tierra que nos creó del barro entre su mistisismo, nos recuerda su invencibilidad y nos devuelve a sus entrañas. Desde lo más profundo de si misma. Y entonces volvemos a nacer. Tan perfecto organismo. Tan infinitas posibilidades. El hombre que funciona la perfección el más complejo y perfecto organismo de la tierra. Mas poderoso que las flores y el resto del mundo. El hombre ambicioso que se revuelca en su siglo. Viviendo y muriendo sin llegar a completar nada. Donde todo termina ante nuestros ojos y sin nuestro consentimiento. No hay excepciones. Sin embargo nos empeñamos a darle importancia a lo insignificante. Nos empeñamos en enaltecer lo minúsculo del dia a dia y acomodarnos el bosal para obviar la ignorancia. Nos dejamos de hacer las preguntas que realmente importan para bañarnos en ideales chatarra. Y el mundo no encuentra respuestas, sólo gira sin cesar. Gira con nosotros, automáticos, perezosos. Y la esperanza descansa en las proximas generaciones, quienes le siguen los pasos a las pasadas. Y nos sumergimos en los ciclos. Micro y macro. Basamos nuestra vida en un vaivén constante, sin terminar ni empezar nada. El reloj al llegar las 12 siempre continuará hasta la 1. Y así sucesivamente. No tenemos intenciones de parar. De corregir nada. No tenemos intenciones de mirar atrás y enmendar los errores. Simplemente nos acomodamos el bosal seguimos galopando. La vida se divide explícitamente en blanco y negro, dos caminos por coger. Nosotros inconcientes seguimos escogiendo el gris. Obviando el contraste. Obviando el significado.
No me digan pesimista, yo sólo observo las flores y apunto lo que veo. Mañana volveré a sentarme en el mismo escritorio y pretenderé que nada ha pasado. Que mi vida si tiene significado y que nunca apreté el gatillo. Mañana volveré a ser parte de todos, seré aquel de la esquina que no le habla a nadie, que apunta sus pensamientos y los vende de a peso. Mañana seré uno más.
1 Comments:
Completamente cierto Gabo, que bueno que no es sólo una perrsona en el mundo que observa otras cosas y no sólo lo accidental, como decía "Tales", que una vez se fue a un pozo por estar observando las estrellas y un niño se burló de él diciéndole -usted tan sabio y no vio ese pozo, el contesta - es xq yo no presto atención a lo accidental. Observare lo que nos regala la natura y no lo q hizo tal persona o tal cosa eso es accidental, es porquería. Me gustó mucho es importante saber quién es uno y no estar plasmado en tonos grises para no confundir la esencia pura de uno mismo. Demasaido bueno Gabo me cuadró rajado.
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