Aug 4, 2007
Este lugar
No quiero estar aqui. En este tiempo, en esta ciudad, en estas condiciones. Al mismo tiempo no muevo un dedo para cambiar mi situación actual. La noche me mira de reojo como diciéndome "Qué te crees?" yo vuelvo a mi pantomima de cada dia: busco los bolsillos de mi jeans viejo y luego de esconderlas, empuño las manos. Me he dado cuenta que su mirada ha cambiado. Como cambian los meses. En este mes volvias a mi. Así decía el cuento de adas. En este mes volvía a ver la felicidad y alimentaba la esperanza que en su huelga de hambre se la comieron los cuervos. Pero resulta que en su lugar me encuentro despreciando mi alrededor, susurrando malas palabras a la persona a mi lado que no deja de hablar por telefono en el cine y que me parta un rayo. Que no encuentro escapatoria. Siento que me ahogo y no acabo de inhalar esa última vez que tan letalmente marca el final. Si embargo tengo promesas de New York, la música que me persigue cuando la jalo de la mano y el diseño. Y dicen en la universidad que el diseñador resuelve problemas, no los embellece. Que palabras tan sabias pensé yo. Pero mis brazos estaban (y permanecen) cruzados. ¿Qué se hace frente a este estado anímico? ¿Cómo escribo los ademanes que le hago al monitor mientras escribo, como si este fuera a entender lo que quiero decir? Me he casado con los audífonos en los oídos. Es mi valium. Es mi droga. Es mi placebo que me transporta a otro lugar. El que sea. Fuera de aqui. Y si me preguntas, no te sabría decir donde quiero estar. Y me encuentro inadpatado. Inadaptable. Irreconocible. Inhumano. Héme aqui, detrás del volante, apurándome para llegar a casa, sabiendo que el propósito carece de si mismo y que el velocímetro no va a cambiar nada. Y en la luz roja me desespero. Golpeo el timón y cambio de estación. Lo mismo y más. Y si decido apagar el radio y bajar la ventana, empieza a llover. No se reoconocer la felicidad aun si estuviera en mis narices. No se despertar del insomnio. No se sacudirme bien fuerte, como hacia mi padre cada vez que desobedeciamos sus reglas. No se ponerme reglas. Y por más vulnerable que parezca, la coraza permanece impenetrable. El dia amanece y anochece en un abrir y cerrar de ojos. ¿Qué más da? Creo que la ventana es el elemento arquitectónico más importante para el karma. Y cuando le hecho un vistazo al pasado, las nubes se oscurecen y empieza a tronar. Cuando veo hacia el futuro, me ciega la luz. Permanezco donde comencé, en estas cuatro paredes, conversando con mi subconciente. Derramando la vida en un frasco de cristal semitransparente. Ajeno a este lugar, bajo las condiciones del emigrante. Sin hogar. Sin melancolía. Adaptando los sentimientos y deshaciendome de la intensidad.
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2 Comments:
La crisis de los 20 dirás?
A mí también me ha segado la luz... Ajena...
Yo pensaba que ese tipo de crisis llegaba mucho después de los 20.
Al menos en mi experiencia personal...
Todo esta bien Gabo, todos hemos pasado por eso, solo que pocos tienen el poder y la sensibilidad de describirlo y de vivirlo como lo haces tu.
Me encanta eso.
Un consejo: no esperes por nada ni por nadie, y no te deshagas de la intensidad.
Yo tampoco quiero estar aquí. Ves?
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