Y en un final, aprieto el freno y con mi mano derecha las llaves. Enciendo el carro, las luces y el aire acondicionado, espero mi turno para lanzarme a la autopista y dejo mi pie caer en el acelerador.
Sep 15, 2007
La playita
Quién dice que la vida no son instantes en cadena? Que el atardecer no te incandila los ojos y que la canción no deja de ser otra cosa que eso, una reunión de versos bailando en circulo frente a la fogata?. Pasa que hoy fui a la playita, esa que queda por mi casa, después del ruido de la autopista, después de las luces rojas y las señales de alto. En esa playa donde la arena no es blanca ni te acaricia los pies, pero es arena al fin. Donde la marea no se alborota ante tu presencia, pero te susurra sus melodías al oído. Esta playita que fue contaminada con presencias usurpadas, una y otra vez, fue victima del desengaño y vivió las huellas de lo mundano. Pues ahi estaba yo, con el eco de las cuerdas de la guitarra aún resonando en mis oídos, tarareando canciones que inventaba al ritmo de la marea. No estaba solo, no. Conmigo estaba el atardecer, que se despedía en su llegada. Ese ente tan poderoso que nos despierta del insomnio. A su vez, me acompañaban las risas ajenas de los demás habitantes de la playita. Una bola de volleyball y una que otra gaviota que nos observaba sin juzgar. A mi derecha estaba una muchacha, una joven modelo con su amiga que le tiraba fotos con lo que parecía ser una camara profesional por el tamño del lente. Tambien, un poco mas adelante estaban un niño rubio, de ojos verdes, con su padre lanzandose una pelota de fútbol americano. El niño no sabia escapar de sus ademanes amanerados y el papá la lanzaba la pelota aún mas fuerte. Yo me acercaba cada vez más al agua, la marea me llamaba. Sabia que mis jeans y converse no estaban en acuerdo con la vestimenta veraniega. Aún asi me acerqué todo lo que pude, sin llegar a tocar el agua pero lo suficiente para sentir sus vibraciones. Entonces, en silencio, despertaba de mi y me convertía en todo. El sol ya estaba cruzando el umbral, ya nos daba la espalda. Yo abrazaba la marea y me zambullía en el silencio de mi soledad. Ahi estaba la playita, con sus puertas abiertas, siempre esperandome, siempre atenta. Yo volteaba la cabeza y miraba atrás: mi carro y detrás la autopista. El mundo de nuevo. El todo. La gasolina, o la falta de ella, los pitos, los semáforos, la comida, el hambre, las tareas, el internet, los gritos, las peleas, los reclamos, las intruciones, la verdad y su mentira, los ojos, las miradas, las cosas inexplicables, la basura, la negligencia, los brazos cruzados, el trabajo, el telefono, el dinero, las mañanas, el sueño, los estudios, el pincel, los colores, la música, los ensayos, la rutina, las invasiones, el celular, las palabras, el silencio y el bullicio, el gentío, el inglés, la gente que no, el recuerdo, el rencor, lo irreparable, lo imposible, lo irreversible.
Y en un final, aprieto el freno y con mi mano derecha las llaves. Enciendo el carro, las luces y el aire acondicionado, espero mi turno para lanzarme a la autopista y dejo mi pie caer en el acelerador.
Y en un final, aprieto el freno y con mi mano derecha las llaves. Enciendo el carro, las luces y el aire acondicionado, espero mi turno para lanzarme a la autopista y dejo mi pie caer en el acelerador.
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4 Comments:
Ok Gabo, luego te comento...
cosas q solamente se pueden hacer una vez en la vida.
oye, ya viste la pelicula?
Respira profundo, no vaya ser que te choques de frente ante en se mundo que corre rápido y no se detiene....Y recuerda que siempre tu carro tendrá un freno
Un abrazo grande
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