La oportunidad

¿Por qué será que no para la vida? Que me desentiendo de lo cotidiano, me refugio en mi capullo de estados paralelos y ella continua. Ella camina, sin mirar atrás. A veces camina en circulos. A veces se pierde en el horizonte. Pero no conoce el no caminar. Yo que en mi mundo estoy furioso, le grito al pesimismo: lo agarro de los hombros y lo sacudo bien, viéndolo a los ojos con la mirada mas intimidante que pude costear. Por un lado le digo a mi mano derecha que se divorcie, que se cuente los dedos y deje de esconderlos. Que empuñe la verdad. Que extienda sus dedos y descubra su palma. Que vuelva a ser mano. Mi mano. Nuestra mano. Porque mi mano es de todos. Mi mano, se toma prestada y nunca se devuelve. Renace. Mi mano camina sin rumbo definido. Mi mano es raptada, violada y tirada en un callejón. Mi mano sufre, y se lamenta. Luego esta la guitarra. Que no es guitarra; es bajo, pero tiene seis cuerdas, asi que llamémosle guitarra. Que no le salen las notas. Que no le sale la vida. No sale de su escondite y ve las otras guitarras modelarle a las luces del escenario. Guitarras inertes. Guitarras y gente. Que no saben hacer pero hacen, y terminan haciendo. Que al final hacen lo que tienen que hacer. Lo que la gente quiere que hagan. Pues no, mi guitarra es rebelde. Tiene otras guitarras que la acompañan, y entre ellas discuten el deber de una guitarra. Se burlan de las modelos y hacen correr los chismes. Mis guitarras se dicen elitistas, se dicen eruditas. Pero no se ven. La sombra no deja oir los acordes y por mas pantomima que se haga, no saben hacer lo que se debe. Y la vida no me da tres intentos. No perdona. No mira atrás. Sigue caminando y uno espera subirsele a la espalda y esperar que en uno de sus giros locos te devuelva la oportunidad.