Mar 9, 2005

Del día normal

10:47am. Y mi usual hola redundante. Con no más intenciones que remontarme a mis años de escuela (y que desgracia) en mi juventud despampanante, pero mas que todo, en un final, indiferente. Pues heme aquí. Pupitre sucio y desordenado. Pequeño. Incómodo. Me acurruco en mis entrañas para huir de la peste (con abominable temor a un contagio inminente) y con las manos en los oidos, tarareo. Pero, para mi sorpresa, un hombre uniformado, erguido y robusto (de esos en los que se identifica Nicolás Guillén) con su más natural descaro, osa a separar mis manos de mis oídos (¡mis propias manos!) y yo, por mi fobia a las represiones y el cegante resplandor que las cinco estrellas en su pecho emitían, no hice más que pestañar en un nerviosismo inmóvil y acatar órdenes como el más bueno de los samaritanos. Pasa que, siendo el más güila de los muchachos en mi clase, me llaman a las oficinas centrales pronunciando mi apellido incorrectamente. Camino a la oficina: el pasillo. Infinito, simétrico color pastel imitando una típica película de Kubric.

Knock knock! ...knock! ...nock! ...ock! ...ck! ...k!

-"Buenos dias señor, siéntese derecho aquí, en el centro de la sala. Es necesario convocarle debido a la decisión del jurado. ¿Jurado?."-

-"Si, su señoría. El veredicto unánime por los miembros del jurado es declarado: culpable."-

Culpable desde lo más bajo del abismo, culpable como el más culpable de ellos, culpable como nombre amarillista en su respectivo periódico, culpable como el dedo más extendido en mi dirección.

***
-"¡Gabriel! ¡Sal de la computadora que necesito el teléfono!"-
-"¡Voy!"-

***
Suspendido. Yo. Un inocente aprendiz de la vida, sin poder cubrir mis orejas. La suerte no está de mi lado, ya no más. ¿Dónde está mi etc? No estás, porque no lo quiero.
Y ahora con Hamlet a mis espaldas ('tis, is't, dost, thou bla bla bla para mis oídos desnudos) y con mi interés a la borda. ¡Te necesito Sui Generis! ¡¿Is there anybody out there Pink Floyd? Y es que me siento aquí, bajo la lluvia, testigo de la predicción más absurda que la naturaleza pudo considerar hecha por mi padre. Estos tendones que se alejan cada vez más de si mismos y esta nariz roja que...

***
¡¡Gabriel!! ¡¡Que necesito el teléfono carajo, sal de esa mierda ya!!

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