Mar 8, 2005

Solitario

Hoy llegas a mi para nunca irte, soledad. Compañera andante, fiel, encaprichada en mi, como parte de la fanaticada que nunca quise. Con tu pelo largo y ondulado, piernas bronceadas y brillantes, y ojos penetrantes. Camino. Camino hacia el horizonte, esperando probar equivocadamente a aquellos que reclaman una tierra cuadrada y tratando, con todas mis fuerzas, de no convertirme en uno de ellos. Esfuerzo mis ojos, párpado con párpado, para obviar el ondulado paisaje que el calor punzante se encabrona en provocar, miro a mi derecha: te veo cabrona, de perfil y con la nariz mas grande y esa sonrisa picardiosa que inspira un plan detras de tanta abundancia de ti. Te odio. A pesar de mi forzada actitud indiferente ante tu presencia, no dejas de ser la portadora de aquel fósforo mágico capaz de encender la llama de mi despecho. ¡Vete! Sé que depende de mi. Y aún asi, estas, existes. Talvez al tenerte junto a mi justifique tu motivo en si, y me sirvas de excusa para no terminar vayveando desde lo mas alto de la rama de un robusto y viril árbol, que con su fuerza me sirve de herramienta para mis propósitos errados. Pero eres tu la culpable, no yo. Pues no somos uno, ni tu, ni yo. Vas conmigo, si, pero no en mi. Tras un largo rodeo de mis moralejas absurdas, te escribo esta nota, que quede claro, dirigida a ti: Déjame sólo.

1 Comments:

Alejandro Valdivia said...

M. es de madre, si es para ella. Si no, debería de ser. No crees?
Pero dale, Pity, canta: "eterna soldeaaaaaaaaaaaaaaaaaad, se que la gente busca tu consejo......"