Resulta que el más inesperado de los eventos, irremediables e inoportunos me destruye mi futuro en un país donde, ya decidí, no pertenezco. Me esposaron la vida, me tiraron el pasado en un carro maloliente y le tomaron las huellas a mi futuro incierto. Después de escupirle a lo que quedaba de mis esperanzas, se limpiaron las manos y culparon a un papeleo que nunca debio ser iniciado en primer lugar.
Para empeorar la situación, mi estómago se declara en huelga y se propone rechazar todo aquello que lleve su nombre como destino. No es mi culpa. Esta fuera de mi control. Poco a poco el resto del cuerpo se une al estómago en su lucha y paso a paso desmoronan mis energías de tal manera que queda mi silueta trazada en aquel sofá de poco presupuesto.
Amigos, no me estoy ahogando en un vaso de agua, no no. Después de vomitar lo que quedaba d vida por el inodoro, me llama el amor y me dice que no tiene tiempo para mi. Que nuestros planes no se intersecan y que queda de mi parte si termnarlo o no.
Asi que, resumiendo desastres, me encuentro ahora, sin pasado, futuro, vida, amor. Sólo un presente que me tortura a punzadas, sin ninguna esperanza para soluciones. Creo que ha llegado el momento de ejecutar mi valiente huída y empezar de nuevo en otra tierra que, por favor, sea un poco más hospitalaria. Claro que me uno al resto con ideas como estas, y talvez sea solo un impulso, un deseo, la salida facil. Pero necesito un descanso.
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