En ti, papel, caen las horas que el atardecer me permita y bajo tu auge la palabra, que como toda y para alguien, en algún lugar, es ley. Cuando de repente un suspiro se apodera de mi pluma; yo luchando por no soltarla, el silencio me desafía en un duelo, pero él, inocente, no se percata de mis gritos desenfrenados que en mi papel se refugian.
Y tequieros y nosés me perturban la nota, que de bemol a sostenido se tambalea la existencia.
***
Cálmate muchacho, que eres sólo un niño, un papel no prueba nada
0 Comments:
Post a Comment