Mi muerte

En medio de toda la agitación, el hombre enmascarado con pistola en mano sobresalía entre el gentío. Yo salté rápidamente de mi mesa y salí rapidamente en su búsqueda. Este asesino en potencia, al notar su persecución, apresuró el paso empujando gente de todos tipos y colores. Y yo, alcanzándolo poco a poco, y en medio de la carrera, un policía deja a un lado su dona y enfoca su mirada en mí: hombre apresurado, sudoroso y sospechoso. El policía se coloca de pie y pone su piernas en locomoción automática. El de la máscara descubre su pistola y cierra su ojo izquierdo, paralelo a su objetivo; yo me le lanzo y un disparo atraviesa el aire. El policía se apresura. Entre la pelea me vuelvo frenético por hacer justicia y en un duelo final logro robar su arma. El de la máscara saca una otra gemela de su bolsillo izquierdo. Empieza el tiroteo. Gritos. Euforia. Le dí. Y la mujer del bebé que estaba esperando ser asesinada, sin pista alguna. Y entre la masa sobresalgo yo, victorioso con un cadáver entre mis piernas. Cuando de repente se oye una voz en el fondo ¡Alto!¡A-arriba las m-manos! El nerviosismo del policía amateur no dio cabida a mi respuesta obediente y se limitó a apretar el gatillo.

¡Bang Bang!