Desde el juez que en este momento cuenta mis faltas ortográficas, que se regocija en la idea de sus éxitos pasados, que seguido por un bocado de despecho, reclama respeto que ha sido vilmente empeñado para pagar los "billes". Él se sienta todos los dias después del trabajo y pone huevos que luego nacen para traicionarlo. Él siembra ideales que se escapan de su ser. Se acuesta todos los dias al lado de un sentimiento auténtico que lo convierte en una contradicción ambulante.
Sus cosechas, ensimismadas en el abismo, naufragan entre caras conocidas.
Las piernas y su falda, cumpliendo su labor. Cada vez más venenosa, cada vez más filosa.
Y el conjunto se admite, se digiere porque llegan a ser conjunto, y lo han sido desde siempre, desde mi siempre.
La rabia y la incomodidad se infiltran en mi puesto de mesa. Se deshace de la sobremesa y la sustituye por recuerdos en vano que no enriquecen y la idolatración a lo mundano. Analizo, hago y deshago desde mis labios cerrados y ojos perdidos entre las obvias señales que gritan "ayuda". La gente, los otros; se infiltran en mis cuatro paredes y admiran mi espalda desnuda, se acercan, la huelen, me hacen cosquillas con sus bigotes, y muy sutilmente sacan el puñal y pintan la habitación de rojo. Ellos, que eran ellos y siempre fueron ellos de repente se convierten en nosotros y quedo yo y la pared de ladrillos a mi espaldas para apuntar dedos índices en mi soledad.
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