desde la ventana
sigue siendo calle.
Es el asfalto,
los carros,
los peatones.
Es el desprecio a
las luces rojas.
Es la canción de
los claxones.
El vecino
desde la ventana
riega sus
plantas
a diario.
Sigue peleando
inaudiblemente con
la silueta de su cónyugue
visible sólo desde
la otra ventana.
El invierno
desde la ventana
nos abriga.
La nieve cosquillea
el iris de sus
admiradores.
Los abrigos chismorrean
entre ellos y
las paredes del closet.
La familia
desde la ventana
te saluda con
un ademán conocido
al percatarse de
su espía.
Y del otro lado
el mundo
que del vidrio
no saca significado.
Que bosteza
al descubir que
las ventanas no cambian.
El reflejo, apenas distinguible,
falla al tratar de complacer a
sus clientes.
Porque desde el mundo
la ventana es y será
la ventana.
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