Mientras la vida duerme y mira de reojo mi posición encorbada al sentarme en la silla del computador yo hago un recuento de lo que en mi se convierte cotidiano. Aquella voz de amor y derroche de pasión se ha callado. Ha sido secuestrada y usurpada por una sonrisa mentirosa que no quiere trasmitir sentimientos, que se refugia en su sentido del humor y su sensualidad. La herida de mi corazón se hace cada vez más profunda, sangrando irresponsablemente sin tomar en cuenta la lógica. Las palabras filosas y crueles vuelven a mi, en mi soledad, en mi meditación. El engaño que es muy joven para acusarlo, la manipulación que se esconde en ojos inocentes. Todo esto guardado en un baúl asegurado por un candado sin llave. La vida, fuera del baúl, vive, renace, existe. La vida, fuera del baúl, progresa y me ama -aunque no, no con esas palabras-. Fuera del baúl mi sonrisa es sincera, desinhibida y despreocupada. La vida fuera del baúl disfruta, goza y experimenta placeres etéreos.
Aunque la vida no es vida sin el baúl.
La vida se disfruta a si misma completamente, despreocupada. Sudando. Agitada. Feliz. Satisfecha.
Mi aliento.
Sus ojos.
Sus labios.
La lágrima.
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